Susana Díaz es una fiel reflejo de una política profesional que ha hecho
su carrera sobre la base de las políticas clasistas imperantes en
Andalucía. No ha trabajado jamás fuera del ámbito del Partido
Socialista. Su única meta es perpetuarse en el poder y seguir haciendo
políticas para sus amos: el capital financiero. Por eso una semana
después de aprobar los presupuestos de 2015 adelanta las elecciones casi
un año: para contrarrestar la caída libre de su partido, demostrada en
las encuestas, y para mitigar el repunte constante de Podemos a lomos de
su propia base electoral.
La posibilidad inesperada de formar
gobierno tras las elecciones de 2012 con IU, pusieron sobre la mesa
varios aspectos centrales: 1) que el PP comenzó su hundimiento en
Andalucía (perdiendo más de 400.000 votos respecto a las elecciones
generales) sobre la base de la aplicación de las políticas de austeridad
y recortes que sólo en 4 meses generaron miseria, despidos y
desesperación en la clase trabajadora, 2) Que ese desencanto de la
política fue a parar en gran medida a la abstención, pero también a
Izquierda Unida, quien recibió 120.000 votos más respecto a los comicios
anteriores, lo que posibilitó que pudiese formar gobierno con un PSOE
que ya estaba en caída libre, y 3) Que existía en la población un
desencanto generalizado, no hacia la política sino hacia un tipo de
política concreta: aquella que estaba haciendo retroceder en décadas las
condiciones de vida de la clase trabajadora y de las clases populares.
Balance del gobierno andaluz
Cualquier
balance sobre el gobierno bipartito andaluz no puede por más que
terminar en una única conclusión: el gobierno Díaz-Valderas se ha
comportado como un alumno aventajado de la Troika.
Mientras IU
acudía a las elecciones con el eslogan de “Rebélate”, menos de dos meses
despúes, su líder en Andalucía, Diego Valderas, salía a la prensa como
vicepresidente andaluz anunciando el recorte de más 2700 millones de
euros. Al cabo de los años el recorte porcentual acumulado en educación y
sanidad ha sido el mayor de todas las comunidades del estado: 8,6% y
10,8% respectivamente. En menos de dos meses la rebelión había
cristalizado ya en decepción.
La esperanza depositada de miles de
trabajadores y trabajadoras en el gobierno de Andalucía y especialmente
en Izquierda Unida es ya una experiencia amarga, que como en otras
ocasiones (el tripartit catalán o el cogobierno asturiano) ha terminado
en derrota para toda la clase trabajadora y la juventud.
Los
aprendizajes en estos terrenos pueden ser muy duros si queremos
construir una política valiente que ponga fin a los recortes y que
redistribuya las riquezas. El aprendizaje de las experiencias como el
bipartito andaluz o incluso las de un gobierno griego que finalmente se
condena a hacer más de los mismo, pueden ser la de que no existe
política posible más allá de la austeridad y los recortes. No existe
política más allá del capitalismo. De no haber aparecido otras nuevas
fuerzas a la izquierda, la experiencia del gobierno PSOE-IU sería campo
abonado para la derecha y sus nuevos rostros (Ciudadanos).
La irrupción de Podemos
Afortunadamente
el voto decepcionado de la nefasta experiencia del gobierno andaluz
tiene un nuevo destino: Podemos. Podemos, en menos de un año se ha
convertido en la esperanza de mucha gente trabajadora y joven. Ha pasado
de la nada a convertirse, según muchas encuestas, en la primera fuerza
política del estado y en la tercera en Andalucía, en un escenario de un
parlamento andaluz muy fragmentado en el que PP e IU perderían casi la
mitad de su electorado y el PSOE obtendría el peor resultado de su
historia. Vivimos momentos turbulentos en los que los resultados del 22M
pueden ser como los de las últimas elecciones andaluzas: una sorpresa
para todos.
Podemos ha recogido parte del capital político que
se comenzó a gestar con el repunte de la movilización social nacida
desde el 15 de mayo de 2011: luchas en empresas, mareas ciudadanas,
movimiento anti desahucios, marea negra, huelgas estudiantiles, marchas
por la dignidad, etc. En menos de un año, Podemos se ha convertido en
toda una amenaza para los políticos tradicionales y en el enemigo nº 1 a
batir. Un primer balance de Podemos nos dice que aún siguen abiertas
muchas posibilidades en su seno que hacen que hablar de cualquiera de
sus posibles trayectorias sea aún prematuro. Lo que sí podemos decir es
que lo que pase dentro de Podemos va a depender en gran medida de lo que
ocurra fuera. Sin una movilización fuerte en la calle de la juventud y
de la clase trabajadora, Podemos podrá girar hacia posiciones
posibilistas que frustren las expectativas de gran parte de las clases
populares.
De hecho, la propia naturaleza de Podemos y su
relación con la realidad social, han hecho que la propia esperanza que
supone su gestación haya servido de freno de la movilización social,
reforzando así en su seno las posturas más adaptacionistas al sistema.
El programa de Podemos a las elecciones andaluzas así lo refleja,
alejandose mucho del programa presentado a las elecciones europeas. Que
hayan desaparecido cuestiones centrales como el no pago de la deuda
ilegítima, nacionalización de la banca y resto de sectores estratégicos,
la eliminación de la escuela concertada, la prohibición de los despidos
en empresas con beneficios o la cuestión del reparto de la tierra, etc.
no es si no consecuencia de la tendencia señalada más arriba y la
relación entre el exterior y el interior. En ese sentido el programa de
PODEMOS para las elecciones andaluzas muestra una tendencia que gira
cada vez más hacia posturas reformistas que nada tienen que ver con
medidas en ruptura con la lógica del sistema capitalista.
Perspectivas
Sin
embargo, la realidad actual tanto dentro como fuera de Podemos se nos
presenta por ahora aún abierta. La clase trabajadora y la juventud
sufren unas políticas de retroceso que no tienen vuelta atrás dentro de
los márgenes de este sistema. Un gobierno andaluz que pertenezca a estas
mismas clases no tiene más salida que ser un gobierno desobediente. Las
necesidades de la población y la propia naturaleza de la deuda, nos
obligan a tener que suspender sus pagos para afrontar con esos recursos
liberados todas las tareas en materia de creación de empleo,
recuperación y mejora de los servicios públicos, derecho a vivienda,
etc.
Un gobierno de los de abajo no puede por más que apoyarse
en la movilización social para implementar sus reformas. Es impensable
pensar que sin esa presión un gobierno puede llevar a cabo el programa
necesario para revertir las lógicas de las políticas de miseria. La
presión y el chantaje de las organizaciones de la Troika, hacen
necesario que una política de tranformación social, necesariamente
cuente con dos patas: una dentro de las instituciones y otra, más
importante aún, en la calle, que funcione como una verdadera olla a
presión que haga mover los engranajes de una política transformadora.
Eso significa que PODEMOS debe convertirse en una herramienta que tenga
como prioridad a parte de ocupar las instituciones aumentar el nivel de
conciencia de la gente trabajadora e implantarse en si seno. Ya que sin
la movilización y organización de l@s que producimos las riquezas es
imposible pensar en un cambio real para los de abajo.
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